Bolinaga, como
toda ETA, hizo del terrorismo la mejor excusa para el Régimen del 78. Mientras los
partidos políticos nos asustaban con una banda terrorista con la que no querían
acabar, iban construyendo una sistema putrefacto donde robar, expoliar a la
nación, arruinar España no por una o dos generaciones sino para siempre.
El servicio
prestado por ETA al Régimen fue amortizado cuando otro terrorismo, esta vez
musulmán, ocupó su lugar. Así, los etarras han visto recompensada su actividad
criminal no con la cárcel, con el destierro, con la muerte sino con una
representación institucional a cargo de los exiguos presupuestos nacionales.
Los que otrora
se mostraban como furibundos enemigos de ETA, ahora han hecho una metamorfosis
repugnante a adversarios políticos, actores de un teatro en el que la sangre
derramada sólo ha servido de decorado para hacer más creíbles sus mentiras.
Hoy nos
levantamos con la noticia de que otra alimaña, Santi Potros, ha sido detenido
por un asesinato cometido en 1987. Santi Potros, condenado ya por la masacre de
Hipercor en Barcelona y otros muchos crímenes, ha tenido que encontrarse en
libertad para ser detenido.
Pero no deja
de ser otra andanada de fuegos artificiales para distraernos en año de
elecciones. Santi Potros está ahora en prisión provisional dictada por un juez
instructor por las nuevas causas. Sin embargo, por la complicidad de los
legisladores que no reformaron la ley cuando correspondía, ha cumplido ya el límite
legal de su tiempo en prisión. Es decir, Santi Potros volverá a estar libre en
pocos meses, no sería de extrañar que tras las elecciones.
Bolinaga y Santi Potros sólo son las dos caras
de la misma moneda, la complicidad del Régimen del 78 en esta farsa que con voz engolada llaman lucha contra el terrorismo. Una mascarada que ha costado cientos de vidas de inocentes.
CeR
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