Hace casi ochenta años Onésimo Redondo, fundador de las Juntas
Castellanas de Actuación Hispánica, editor y director de varios periódicos -uno
de ellos bautizado significativamente como Libertad-, que desembocarían en las
JONS para fusionarse con la Falange de José Antonio, defensor de los campesinos
vallisoletanos, perseguido por el régimen republicano, que no tuvo reparos a la
hora de auxiliar a la derecha acobardada y perseguida por la izquierda en la
primavera de 1936, que no rehusó a una posible coalición en las municipales que
teóricamente se iban a celebrar tras la victoria del Frente Popular por hacer
frente a la inminente revolución, fue asesinado por la izquierda en una
refriega al principio de la guerra porque no quiso parapetarse tras la mesa de
un cómodo despacho. Onésimo Redondo, aclamado y exaltado después, también por
esa derecha vallisoletana trufada de patriotismo verbenero como "Caudillo
de Castilla".
Han pasado casi ochenta años y hoy, merced a la cobardía moral y real
de eso que algunos consideran la derecha española, a la entrega del Partido
Popular, actuando al unísono a nivel nacional y local (todo huele a podrido en
Génova, que diría un epígono de Shakespeare), sirviendo de lacayos y mamporreros
a la izquierda de todos los tintes, a los beodos y becerros que exhiben
banderas tricolores, el monumento que se levantara en un cerro próximo a la
capital castellana va a ser derribado. No lo hace caer la izquierda, pese a que
lo ha intentado una y otra vez, pese a sus exiguas y ridículas concentraciones.
Lo derriba la derecha para mayor escarnio y vergüenza.
Digámoslo sin medias tintas. Ayer la izquierda asesinó con balas a
Onésimo Redondo, hoy la derecha, el Partido Popular, se brinda orgullosa a
participar en la ejecución de su memoria. Hoy viernes o en los días próximos el
Ayuntamiento de Valladolid gobernado con mayoría absoluta por el Partido
Popular, de común acuerdo con el Ministerio de Industria al que pertenecen los
terrenos, entregará el soberbio monumento dedicado a Onésimo Redondo
físicamente a la piqueta y moralmente a la izquierda que lleva años atacándolo,
pintándolo y derribando sin que el valiente alcalde de la derecha, ese que
blasonaba de declaraciones salidas de tono para alimentar a lo más
cavernaria de sus seguidores, haya recordado jamás de que ideología eran las
balas que pusieron fin a la vida de Onésimo. Hoy, a la cobardía de ayer suma el
Partido Popular su decisión de colaborar entusiásticamente en la nueva
ejecución del líder falangista.
Hoy el alcalde del PP, el presidente de la Comunidad del PP y hasta el
gobierno del PP podrán exhibir esta decisión, cara a las municipales, como una
muestra más de que ellos son tan progres como el que más, que sin problema
escupen sobre el pasado y se suman a la suicida exaltación de la orgía
republicana de 1936-1939, mientras que la izquierda hace una muesca más en el
revolver de la venganza. Y es que en el fondo para ellos "París bien vale
una Misa" y, además, qué narices, Onésimo, que no quería ser de derechas,
no era de los suyos aunque Josemari jugara a las cartas en Quintanilla de
Onésimo. Y por si fuera poco había definido a los partidos como sociedades para
la explotación del voto y a los peperos no les gusta que los pongan delante del
espejo.
Se me olvidaba, siempre tienen una excusa. Como diría Mariano: no nos
queda más remedio, es a lo que obliga la ley porque no querrán ustedes que yo
no mantenga, por inicua que sea, una ley hecha por la izquierda como esa de la
Memoria Histórica. Que pena no ser de Pucela para en las próximas elecciones
depositar en la urna en vez de una papeleta una foto de Onésimo Redondo y
despacharme a gusto.
Francisco Torres García
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