Es decir, aseguran los
intelectuales adeptos al sistema, pancistas del mismo, que esos musulmanes
nacidos en Francia, criados en Francia, educados en Francia, se convierten en
asesinos por culpa de un racismo persistente contra ellos y de una exclusión
social provocada en buena medida por dicho racismo.
El argumento puede sonar verosímil
–cuando no tienes nada que perder es más fácil radicalizarse y arriesgar tu
vida- pero es falso. Hay un hecho que lo desmonta. En la población inmigrante,
en Francia en particular y en Europa en general, hay otras comunidades que
viven en la marginalidad, sufren igual que los musulmanes ese supuesto racismo
y la exclusión que conlleva. Sudamericanos, eslavos, negros animistas o
cristianos, chinos, etcétera. Y, que se sepa, ninguno de ellos ha organizado un
grupo terrorista ni se ha dedicado a asesinar a personas justificándose con un
motivo ideológico o religioso.
No sólo eso. Millones de
franceses, de alemanes, de británicos o de españoles, de italianos, de griegos,
millones de europeos de naturaleza también viven en la marginalidad, también
sufren exclusión. Y tampoco forman grupos terroristas para defender sus
aspiraciones religiosas, ideológicas o sociales.
Es decir, el argumento de que no
es el Islam el que provoca el terrorismo musulmán sino la exclusión social, tan
sólo es un argumento de descargo. Son los multiculturalistas, los que durante décadas
han loado, apoyado y adoptado medidas que promovían la inmigración masiva y
permitían el descontrol de esa inmigración, los que ahora repiten cual mantra
el razonamiento falsario. Ellos, los culpables de que Europa haya diluido las
identidades de sus naciones en un marasmo confuso, los que ahora se disculpan
con ese argumento. Ellos, los que han provocado que el enemigo secular de
Europa, de Occidente y de la Cristiandad esté dentro de nuestras fronteras
campando a sus anchas, ahora niegan la evidencia de que el Islam nos ataca, de
que el Corán ordena a los asesinos musulmanes matar, de que las mezquitas
funcionan como centros de adoctrinamiento anti-europeo y de que los imanes,
cuando no hay atentados recientes, justifican la práctica del maltrato, de la
violencia, del asesinato.
Los multiculturalistas, en lugar
de reconocer su error y su culpa, prefieren cargar a otro con su responsabilidad.
Ése es el nivel moral de los sedicentes guardianes de la libertad, la igualdad
y la fraternidad.
CeR
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