viernes, 16 de enero de 2015

La comunidad musulmana

   Siguiendo con su intención no declarada pero evidente de eludir su responsabilidad en la amenaza cierta del Islam contra Europa, contra Occidente y contra la Cristiandad, los multiculturalistas nos dicen ahora que la comunidad musulmana en nuestras naciones no es una comunidad homogénea, no es un conjunto sólido y, por tanto, no es un peligro. Aseguran que las distintas corrientes del Islam, que hacen de él un mosaico de sectas, impiden que los musulmanes se unan en un movimiento para islamizar nuestras naciones o, incluso, tomar el poder en Europa.

Es llamativa la falta de juicio de estos multiculturalistas y la ignorancia sobre lo que acontece en el mundo hoy en día –por no hablar del nulo conocimiento de la Historia de la humanidad-. Es cierto que el Islam está dividido, y es cierto que en territorio musulmán unas sectas se enfrentan a otras. Pero no es menos cierto que los musulmanes, como cualquier colectivo humano con algo en común, saben unirse para lograr un objetivo compartido.

Todo musulmán tiene en común con el resto de su comunidad la creencia en el Corán como único libro revelado por la única divinidad a través del único profeta. Esto, que es un principio innegable, dota de carácter aunador suficiente a cualquier movimiento que se erija en defensor de esas verdades inmutables que para el musulmán contiene el Corán.

Por otro lado, es más que evidente que los pueblos musulmanes son pueblos primitivos –no son musulmanes por ser primitivos sino que son primitivos porque son musulmanes- y es recurrente que entre los pueblos primitivos los más fuertes sean los que se imponen. Los más radicales, pues, serán, si no son ya, los amos, los directores del movimiento musulmán de conquista de Europa. El llamado musulmán moderado sólo podrá elegir entre aceptar ese mando, aceptar esos métodos, o renunciar a su fe, convertirse en infiel y probablemente morir a manos de sus antiguos correligionarios.

Que los multiculturalistas nieguen ahora esa solidez, esa homogeneidad de la comunidad musulmana en torno a un libro, el Corán, que ordena literalmente asesinar a los infieles, es una broma de mal gusto. No son los multiculturalistas –colaboradores involuntarios o cómplices necesarios, según los casos- precisamente quiénes para ahora plantear soluciones a un problema que han creado ellos mismos y que ni siquiera reconocen.

CeR

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