Las medidas van evidentemente en
contra la de libertad y en contra de la intimidad de las personas. Es decir,
atentan una vez más contra la dignidad de los europeos. Y sin aportar esa tan
cacareada seguridad a cambio: no es de esperar que los terroristas musulmanes,
que los yihadistas, estén dispuestos a cumplir esas prohibiciones o límites.
Antes bien, buscarán otro medio de hacer posible su plan que, como ya está
dicho aquí, es la dominación musulmana en Europa.
Sin embargo, el europeo de a pie
sí se verá perjudicado por esas nuevas medidas, sí se verá atacado por los
gobernantes que dicen defenderlo. Esos mismos gobernantes que no han sido
capaces de prevenir ataques como los de París –o el 11-M en Madrid, o el 7-J en
Londres, y tantos otros-, exigen ahora un esfuerzo inane a la población que
tienen a su cargo.
En cambio, todas esas medidas
coartadoras de la libertad sí supondrán una herramienta efectiva para el
gobernante europeo. No contra la islamización de Europa, eso no le preocupa,
sino más bien contra el crecimiento de movimientos que ponen en riesgo sus
tejemanejes, mamandurrias y latrocinios sin control. Es por eso que estas
medidas existirán, por un esfuerzo del régimen democrático de sobrevivir a sus
propias corrupciones.
No es signo, como se ha dicho, de
que esa clase política haya organizado un montaje con los asesinatos de París. Es
casi evidente que esos asesinatos los han cometido musulmanes, yihadistas con
el apoyo de organizaciones nacionales y supranacionales. En cambio, la casta
gobernante en Europa ha aprovechado esta circunstancia para crear una, otra
argolla que ponernos al cuello.
Y casi nadie propone soluciones
sensatas como cerrar las fronteras, retiro de nacionalidad y expulsión a los
musulmanes que no se hayan integrado en las sociedades, o bloqueo económico
contra países que apoyan públicamente la Yihad. Voces así el europeo de a pie sólo
puede escucharlas en la llamada ultraderecha.
Se plantea una gran oportunidad para
esta Europa decadente, diluida en multiculturalidades sin sentido, de
reafirmarse, de recomponerse y de, al fin, recuperar el esplendor que durante
siglos hizo de Europa un ejemplo, no el vertedero que es ahora.
CeR
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