lunes, 12 de enero de 2015

Hipocresía y cinismo de los demócratas

    Es llamativo cómo los líderes europeos del establishment democrático han cerrado filas en torno a Hollande con motivo del uso para beneficio propio de la indignación natural del pueblo francés tras el ataque terrorista musulmán. Es llamativo el apoyo cai unánime, decíamos, y también esperanzador.

Resulta de un cinismo inaceptable que los que hasta ayer parecían enemigos irreconciliables –centro-derecha y centro-izquierda-, hayan hecho un alambicado salto de funambulismo para ahora mostrarse como amigo inseparable frente a un enemigo común. Y el enemigo común, sorprendente, no es el Islam o el yihadismo sino... la ultraderecha. Así, vemos cómo los elogios y loas pueblan la red, desde medios nominalmente de derechas o izquierdas hacia líderes supuestamente de la corriente contraria. Siempre con la misma advertencia sobre un presunto peligro que representa la ultraderecha.

Jugar a cálculos electorales teniendo los cadáveres aún calientes de los asesinados por el terrorismo musulmán, enemigo declarado de toda Europa y de todo Occidente, es repugnante. Pero indica lo que es un secreto a voces: los actuales gobernantes de las naciones europeas no buscan otra cosa que mantenerse en el poder al precio que sea.

Durante décadas palabras como libertad, respeto, convivencia o equilibrio han sido la columna vertebral del embuste que hace ya unos años es imposible de ocultar. No existen esa libertad ni ese respeto, sólo existe un interés espurio por parte de la clase dirigente europea; no importa la convivencia ni el equilibrio sino su propia riqueza, el sostén de su poder y los infinitos recados que han de hacer a poderes fácticos que los mantienen allí.

No es extraño, pues, que esa clase política que se mantiene en el poder aun arrasando Europa económica, social, cultural y moralmente a base del apoyo de, entre otros, emires y sultanes, sencillamente cumpla los mandatos de sus amos. Y denuncie no al atacante sino al defensor, no al Islam que nos aqueja sino a la ultraderecha como antídoto.

La esperanza consiste precisamente en eso, en que por fin haya una fuerza, un movimiento capaz de poner en jaque y aun eliminar esa casta de privilegiados.

CeR

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