Como decíamos ayer, el
parasitismo de toda una amorfa clase política sobre la Administración Pública,
lo que ha hecho posible llegar a unos niveles de corrupción casi tercermundistas.
Allí, donde nada funciona bien si no es a cambio de una coima, un soborno o un
premio; donde ninguna licencia se da sin haber comprado antes al concejal o al
alcalde; donde ninguna pena existe sin la aprobación previa del cargo político
correspondiente. Ese es el modelo político que, durante décadas, el Régimen del
78 ha ido imponiendo en España.
Aun hoy, y aun con dicho control
casi absoluto, algunos casos van saliendo a la luz de la mano de jueces y policías
–miembros del Estado, no del sistema-. Y eso es bueno, que la corrupción se
persiga una vez se descubra. Pero no nos engañemos, aunque la ley tiene una
función didáctica, siempre será insuficiente en un sistema tan putrefacto como
el del Régimen del 78. Es decir, se puede luchar contra las consecuencias –la corrupción-
pero éstos nunca desaparecerán del todo mientras no se elimine la causa.
De acabar la invasión de la clase
política en la sociedad y, más aún, en la Administración Pública. Hay que
liberar al cuerpo funcionarial de tantos cargos intermedios ineptos, puestos
allí arbitrariamente, siguiendo el capricho de un político antes que ninguna
exigencia profesional. O lo que es lo mismo, que no haya más cargos políticos
que los indispensables –hasta secretario general en la administración estatal,
diputado en la provincial y concejal en la municipal- eliminando la posibilidad
de que éstos contraten un sinfín de asesores y ayudantes.
Asimismo, hay que laminar
administraciones inútiles como las Comunidades Autónomas. Éstas, con la excusa
de la descentralización, de acercar más la administración al común de los
españoles, han formado 17 reinos de taifas mucho más centralistas que la propia
administración estatal; han costado la ruina a no pocas regiones y,
solidariamente, a la nación entera; han sido un foco incontrolable de corrupción
y de mamandurria de todos los partidos políticos que han participado de ellas;
han despreciado y minado la unidad de la nación, sin la cual ningún progreso es
posible; y han demostrado su ineptitud en cuanto a los fines que se les
otorgaba.
La eliminación de las CC.AA. debe
ir acompañada de una descentralización administrativa real y no sólo teórica hasta
los municipios y la recuperación de competencias por parte del Estado. Además,
es necesario recuperar el Cuerpo de Interventores, funcionarial, para controlar
de modo independiente las cuentas en las administraciones locales, así como rescatar
y blindar la independencia del Tribunal de Cuentas y del Banco de España.
Pero no seamos ilusos: no será
este Régimen el que permita hacerlo ni será con las reglas que el sistema
propone para acceder al poder como se pueda llevar a cabo una reforma de tan
gran calado y tan necesaria. Tendremos que buscar, con firme e insobornable voluntad, otros caminos para hacerlo.
Sean éstos los que fueren y exijan éstos lo que exigieren.
CeR
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Todos los comentarios necesitarán de la aprobación de un administrador. No se admitirán comentarios con obscenidades ni expresiones de mal gusto, así como insultos, difamaciones o calumnias.