martes, 27 de marzo de 2012

Andalucía y el voto cautivo


Por estas fechas tan entrañables (las de las elecciones autonómicas en Andalucía) vuelve uno a escuchar una de las sempiternas monsergas con las que nos deleitan "las buenas gentes de la derecha".

Un servidor, nacido al Sur (pero no tanto) de Despeñaperros, ha crecido y ha vivido escuchando el mismo soniquete cada vez que el PSOE conseguía la ya acostumbrada mayoría absoluta en estos comicios. Perdí hace ya tiempo la cuenta del número de mis paisanos que prometían emigrar a otras tierras si el PSOE continuaba ocupando más de la mitad de los escaños del Parlamento andaluz.

Como pueden imaginar, ninguno de ellos ha emigrado nunca a ninguna parte. Sí han seguido repitiendo, en cambio, otra letanía muy del gusto de los andaluces en particular, y de los españoles en general: que aquí
(Andalucía/España) se vive mejor que en ningún sitio. Y fíjense ustedes cómo será de vasta la sabiduría de mis paisanos, que los que afirman tajantemente semejante dogma de fe, lo hacen sin necesidad de haber vivido nunca en ninguna otra parte.

Anoche, como suele ser habitual, volví a escuchar y a leer los ya familiares (en todos los sentidos de la palabra) lamentos de tan señaladas y autonómicas ocasiones. Volvieron, los que nunca emigran, a ser fieles a su costumbre de prometer hacer las maletas. Las harán, por supuesto, cuando pasen la Semana Santa, la Feria de Abril y el Rosío,
que las prisas nunca han sido buenas –ni malas- compañeras en mi tierra natal; la pena es que para entonces, además de las fiestas, también habrán pasado las ganas de irse. Y volvieron, españoles de otras regiones, a pedir solemnemente -también acostumbran a ello- hasta un referéndum para expulsar a Andalucía de la unión (como diría un estadounidense).

Sin embargo, ayer volvió a caerse ese mito, tan del gusto del antonioherrerismo
y sus sucesores, del electorado socialista (el andaluz, más concretamente) como buque insignia del borreguismo patrio. Nada menos que 650.000 votos (un 30%, que se dice pronto) ha perdido el PSOE respecto a las autonómicas de 2008. Y todo ello en la región que, PER y subvenciones mediante, sirvió de inspiración para acuñar la tan manida expresión "voto cautivo".

Este obvio, concreto e inapelable (por lo aritmético) detalle ha sido olímpicamente ignorado por las buenas gentes de la derecha
, que siguen insistiendo en que, en Andalucía, los votantes no castigan el paro, el despilfarro ni la corrupción. Algunos hasta aseguran sentirse avergonzados de ser andaluces, pero no se lo crean demasiado: gasten ustedes cualquier bromita, por inocente que sea, sobre Andalucía y verán cómo se ponen muchos de los que aseguran tener la patente mundial, y hasta el patrimonio universal, del sentido del humor (si Sartre hubiese sido andaluz, seguro que habría sentenciado algo parecido a "Er cashondeo son los otros").

Pero lo mejor es que todas estas lecciones de ética electoral te las sueltan las mismas buenas gentes de la derecha,
que tanto tienen que enseñar a los andaluces de uno y otro signo, pero que recompensan, con mayorías absolutas cada vez más aplastantes, la corrupción, el despilfarro y hasta el paro, en regiones como Madrid, Valencia o Murcia. Regiones cuyos agujeros nada tienen que envidiar al que presenta en sus cuentas la Junta de Andalucía.

Y es que, en la Andalucía del presunto borreguismo y el supuesto "voto cautivo", no sólo ha sufrido un buen varapalo el PSOE, sino también el mismo PP que, en otras regiones, ha reducido al PSOE al papel de comparsa aún más testimonial de lo que el PP ha sido en Andalucía durante décadas. 400.000 votos ha perdido, en sólo cuatro meses y respecto a las pasadas elecciones generales, el partido de las subidas de impuestos, la negociación con ETA, la censura en internet, las bajadas de salarios y el abaratamiento del despido.

Aun así, los que se creen herederos intelectuales de Séneca, Averroes y hasta del Gran Capitán, no dejan de repetirse: "Con lo mal que lo ha hecho el PSOE, ¿por qué la gente no ha votado al PP?".

Y yo no dejo de preguntarme: "¿Qué tendrá que ver una cosa con la otra, miarma
?".



                                                                                                 José Luis Morales

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