Como
bien sabes el tiempo no es importante, sólo la vida es importante, y lo más
importante de la vida tiene nombre propio: es el tuyo. Sólo tú eres el
protagonista de tu vida, sólo tú puedes serlo, incluso aunque estés alienado,
aunque estés loco. Por eso los locos pueden llegar a la luz a través de ellos
mismos.
Cuando
uno descubre que él mismo es lo importante y descubre lo que significa ser
persona –ser para alguien– entonces, y sólo entonces, puede descubrir que es
amado en sí mismo y comienza a entrever el misterio, comienza a darse cuenta de
por qué él es lo importante de su vida.
Es
hora entonces de empezar a comprender que la vida de cada uno de nosotros no es
un camino, no es una vía ni una carretera, por muy ejemplificadora que sea; la vida de cada hombre es una
historia, y una historia de amor, que el hombre acepta o rechaza. Y por eso en
el fondo estamos solos, porque el amor que se nos es dado es tan íntimo que no
caben terceras personas en ese momento, ellas serán después, más tarde, cuando
hayamos fecundado en ese amor nuestra existencia.
Y
sin embargo, precisamente por esto, cada hombre, y no su vida, es un camino, es
una vía que lleva directamente al corazón de Dios, cada hombre habla de su
creador como si fuera un megáfono. Y no sólo eso, si no recorremos ese camino,
jamás llagaremos a saber amar. Es absolutamente cierto que somos amados desde
lo más íntimo y desde siempre, y que sólo eso nos hace seres excepcionales.
Pero es tanta la grandeza del amor que necesitamos realizarla en nosotros también.
Hemos
de salir de nosotros mismos para entrar en el otro y hacerle saber con todas
nuestras fuerzas que le queremos, que le amamos. Al fin y al cabo amar no es
otra cosa que decirle a alguien: gracias por existir, nunca morirás, permanecerás
siempre. Precisamente, con ese introducirnos en otro llegamos a Dios de una forma
tan rápida y segura que nada sería si la otra persona no fuera.
Por lo tanto, claro que somos
camino, somos el único camino que conduce a la felicidad y la plenitud, somos
la huella de Dios, somos el abrazo de Dios, y seremos el mismo Dios cuando todo
lo que haya de ser revelado se revele definitivamente. Que estemos dañados no
impide lo dicho, al revés, lo hace más evidente. Sí, somos camino, somos el único
camino que conduce a Dios, todos necesitan un hombre en su vida.
David Luengo
¿llegaremos a ser el mismo Dios?....suena a conocido.....
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