Para añadir burla a la situación, Yuste también ha declarado
que las víctimas del terrorismo deberían -importante ese condicional- poder
recurrir a las excarcelaciones de los asesinos de sus familias. Es decir, el
responsable del departamento que presenta las solicitudes ante el juez de
vigilancia penitenciaria acerca de dejar libres a asesinos, directamente,
asegura que las víctimas podrían -condicional- tener la posibilidad de recurrir
las excarcelaciones que su propio negociado solicita. No se sabe, llegados a
estas alturas de la declaración, si a Yuste le falta vergüenza o le sobra
cinismo.
No es aceptable que el encargado de dirigir las cárceles españolas apueste por una vía tan injusta, tan ilegal y tan bochornosamente cobarde como la “vía Nanclares”; ni que el responsable de vigilar el cumplimiento de las condenas, también las de los etarras, coquetee con ablandar, mucho más allá de lo que dicta la propia ley, dichas condiciones; ni que el elegido por Rajoy para regir las prisiones cumpla punto por punto la hoja de ruta trazada hace ya años por ETA para preparar la salida masiva de etarras a la calle sin haber cumplido su condena.
Pero no nos engañemos: Ángel Yuste es sólo una pieza, y no
de las más importantes, en el engranaje de la negociación-rendición con ETA.
Que Yuste diga lo que dice no tiene tanta gravedad como que el ministro de
Interior, Fernández Díaz, haga lo propio acerca de la “amabilidad” con que se
tratarán a los etarras encarcelados ni como que el mismísimo presidente del Gobierno
-recordemos, del PP-, Mariano Rajoy, contribuya como contribuye a buscar en las
negociaciones políticas con una banda terrorista lo que no se quiso -ni se
quiere- conseguir con acción policial y judicial.
Como les decíamos más arriba, todo este comportamiento de
los miembros del Gobierno resulta de lo más mezquino pero ¿hasta qué punto de
sordidez llegarán las miserias que nos faltan por saber?
Cruzando el Rubicón
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