jueves, 22 de marzo de 2012

La mentira como método

Una noticia convulsionó en general a todo el mundo y a Francia en particular: unos niños caían muertos en la puerta de su colegio por los disparos hechos desde una motocicleta. Enseguida, los medios de comunicación tanto galos como internacionales se pusieron en marcha frenéticamente para informar de todas las pesquisas, sospechas y averiguaciones habidas con respecto a ese trágico crimen. El revuelo que se formó entre los periodistas fue de órdago y se transmitían datos sin contrastar, equívocos y contradictorios, tales como la acusación en absoluto velada del Frente Nacional francés como inspirador de los hechos -los niños asesinados eran judíos, así como el colegio del que salían- inspirada en una simplificación terrible y harto peligrosa. Hay que añadir que, para más escarnio, el FN ya había condenado públicamente los asesinatos de los niños. Asimismo, cuando se averiguó que el mismo asesino había disparado con resultado de muerte sobre tres soldados franceses, raudos corrieron los medios de comunicación a justificar su dislate de acusación con la excusa de que dos de esos tres soldados caídos eran musulmanes. Finalmente, los profesionales de la investigación, esto es, las policías y servicios secretos franceses, han conocido la identidad del agresor y ha resultado ser un franco-argelino, por supuesto musulmán y, según parece, con ciertas relaciones con la red terrorista Al Qaeda. Mientras escribimos este editorial, las fuerzas de seguridad francesas lo mantienen acorralado en el interior de una vivienda.


Pero lo que nos ocupa y preocupa es el uso inapropiado y adulterado de la información, convirtiéndola tan solo en una herramienta de manipulación con intereses partidistas -no olvidemos que Francia está en periodo electoral y la candidatura de Marine Le Pen, del FN, ha tomado suficiente fuerza para ser la opción a las candidaturas de derechas e izquierdas-. Por ejemplo, mientras se sostuvo la idea de que el asesino era un neonazi relacionado con el FN, en los medios de comunicación más importantes del mundo, incluidos los españoles, se le llamó “terrorista”. Tan sólo unas horas después, cuando supimos que el terrorista se llama Mohamed Merah y es de origen argelino, automáticamente los titulares trocaron los calificativos por “presunto asesino”.


No dejaría de ser anecdótica esta manipulación tan burda y torpe si no fuese porque no es rara sino más bien habitual en el mundo periodístico: la prensa depende tanto de las autoridades en el poder y está tan infecta de intereses políticos, totalmente ajenos a la deontología de la profesión periodística, que convierten el noble oficio de informar en una especie de sórdido trabajo de crear rumores y contra-rumores sin el más mínimo interés en informar verazmente. Además, como consecuencia directa, el derecho a la libre información se ve convertido en un eslogan, en un alfiler que poner en la solapa del político de turno en el poder. No tenemos más que mirar los titulares y la información de los diarios y revistas con una tendencia política -perfectamente conocida- o con la otra: sirven sin parar a los intereses de los partidos, como buenos siervos ante su señor. ¿Y dónde queda el periodismo de verdad, la veracidad y la independencia? Simplemente, son marginales y, con contadas excepciones, se encuentran en la red.


A pesar de todo, desde Cruzando el Rubicón, medio independiente y veraz, no queremos perder la esperanza en el gremio. Es la hora de los que ejercen el oficio periodístico: decidir si están dispuestos a seguir con ese juego suicida de su profesión o plantarse ante quien quiere usarlos como peones en una guerra que, sin duda, no es la suya.


Cruzando el Rubicón

3 comentarios:

  1. El verdadero drama sucede cuando el periodista, solidariamente con el partido político en el que milita (siquiera intelectualmente hablando), y sin que éste se lo pida, se pone a hacer campaña en favor de una u otra tendencia, retorciendo los hechos para que se acomoden al mejor perfil de su candidato

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  2. Para mí el hecho más digno de investigación psicológica se produce cuando el periodista presuntamente alieanado, sufre un súbito despertar de su conciencia, se adueña de ella, y comienza a despotricar de todo aquello que antes defendía a capa y espada. Bueno capa y espada de plastilina, ya que como dijo el gran Groucho "éstos son mis principios; si no le gustan, tengo otros".

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  3. Publiqué antes de leerlo aquí:

    http://blogs.andalunet.com/gonzalo/2012/03/22/disimula-que-resulta-que-es-mor-de-origen-magrebi/

    Lo dicho, que lo malo es que no nos extrañaremos ahora de su actuación...

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