viernes, 23 de marzo de 2012

Plan para el domingo


Este fin de semana vuelven a las carteleras, como las golondrinas de Bécquer, un par de elecciones autonómicas. Ya saben, ese sarao regional que se monta de cuando en cuando, lleno de papelitos diversos y urnas y candidatos y partidos. Un fiestón, no se atrevan a negarlo.

Y con las elecciones también volverán las imágenes de una monja votando -¡una monja! ¡habráse visto!-, un señor disfrazado haciendo lo propio, famosetes posando junto a la urna, niños perdidos en la vorágine del colegio electoral, delegados de los partidos engolando la voz para afirmar que todo ha ido bien y un policía nacional tembloroso -y eso que seguro que es portavoz de algo- asegurando lo mismo que el delegado. Y los más viejos del pueblo Nosécuál, que han ido en silla de ruedas a votar, qué entrañable. Y los dieciochoañeros nerviosos por ejercer el sacro derecho, qué lindo. Y decenas de tertulianos en teles y radios hablando sobre la magna importancia de la fecha, sobre si uno u otro candidato es más guapo y más listo y más alto -que de verdad lo sea es lo de menos- y sobre cotilleos varios y situaciones absurdas.

Claro que tampoco escaparemos de las sonrisas profidén de los candidatos todos y aquí sus señoras, ponte de este lado, Pepe, que en el otro tienes un grano, y los incomodísimos flashes de las cámaras de fotos de los periodistas que, a cara perro, montan guardia en los colegios electorales que correspondan. Ni del baboseo de los partidarios de uno y de otro y del de más allá, vendiendo pieles de oso a cascaporrillo y solicitando al Vaticano el santo súbito para su candidato prefe (sic). Ni de las sesudas conclusiones de los políticos tras saber el resultado de la porra democrática, en las que parece que, de un modo u otro, todos ganan -será, quizás, por eso que les gustan tanto las elecciones a nuestros próceres-.

¿Saben qué?, que a mí todo ese circo me parece hasta soez de tanta lamida de culo y tanta baba y tanta pose. Así que, sinceramente, les recomiendo que tal día como el domingo se queden en casa, apaguen la tele, la radio y se dediquen a actividad tan constructiva como es la lectura o se vayan de excursión o de parranda con sus amigos. Sí, eso les digo: no voten. Total, para qué.

Diego Garijo

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